Aprender a controlar las emociones en una inversión

La inversión y las emociones no suelen mezclarse bien y nos llevan a tomar decisiones a veces contraproducentes. Sin embargo, la emoción interfiere inevitablemente en nuestras decisiones a través de una serie de sesgos cognitivos.

Aunque es difícil deshacerse de estos sesgos cognitivos, hay algunas buenas prácticas que pueden ayudarnos a mantener la cabeza fría, especialmente en momentos de alta volatilidad o de caída de los mercados financieros. En primer lugar, es importante comprender las razones de estos cambios de criterio.

La irracionalidad en el corazón de las decisiones económicas

La mayoría de los economistas han construido modelos analíticos basados en la racionalidad de los agentes, suponiendo que cada individuo es capaz de optar sistemáticamente por la solución más ventajosa en función de la información de que dispone. Según ellos, la única alteración de la buena toma de decisiones estaría inducida por la asimetría de la información.

Sin embargo, en la realidad, y a pesar de la relevancia de los trabajos de expertos sobre la teoría de los mercados eficientes, los mercados de valores pueden presentar anomalías. Explicadas en particular por el psicólogo Daniel Kahneman y el economista Robert Shiller, ambos premios Nobel de Economía, estas anomalías ponen de manifiesto la irracionalidad de los agentes económicos. La causa es el sesgo cognitivo y la interferencia emocional a la hora de tomar decisiones.

Por ejemplo, los operadores tienden a evitar el riesgo si han ganado el día anterior y, por el contrario, a asumir más riesgos si han perdido el día anterior. Esto es así independientemente de la ausencia o presencia de oportunidades de mercado.

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¿Cuáles son los sesgos cognitivos conocidos que afectan al juicio de los inversores?

¿Qué es un sesgo cognitivo?

Un sesgo cognitivo es un mal funcionamiento en el procesamiento de la información. Un error de análisis. Nuestras emociones pueden ser la causa, pero no sólo eso, la forma en que nuestro cerebro percibe cierta información puede llevar a conclusiones erróneas.

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Por ejemplo, cuando el cerebro está sobrecargado con demasiada información, sólo retendrá cierta información que se considera esencial. Según el orden y la forma en que se presente la información, la información retenida y finalmente analizada no será la misma.

Somos especialmente vulnerables a los sesgos cognitivos cuando nuestras decisiones se basan en el azar o la probabilidad. Esto se debe a las complejidades matemáticas que implica el razonamiento en estos casos. Por lo tanto, las finanzas del mercado son un entorno especialmente propicio para los sesgos cognitivos. Aquí están algunos de ellos.

El sesgo de la recencia

Uno de los sesgos cognitivos más conocidos en las finanzas es el “sesgo de recencia”. Tendemos a recordar más fácilmente un acontecimiento reciente que uno antiguo. En finanzas, este sesgo puede llevar a la creencia errónea de que una tendencia recientemente observada es inmutable.

Cuando un inversor ve una tendencia al alza, se inclina a creer que el crecimiento continuará, ignorando las estadísticas más antiguas. Por tanto, este sesgo cognitivo contribuye a menudo a la creación de burbujas especulativas.

Basándose en esta lección, el regulador exige a las empresas de inversión que declaren que “los resultados pasados no son una guía de los resultados futuros“. Para que una tendencia tenga valor estadístico, el suceso debe repetirse con frecuencia durante un periodo largo. En otras palabras, el sesgo de retrospección puede corregirse adoptando una perspectiva suficientemente larga.

Sesgo doméstico

¿Es mejor invertir en tu país que en el extranjero? No, invertir en el extranjero permite una mejor diversificación de la cartera. Sin embargo, los inversores nacionales tienden a sobre ponderar las empresas locales: invierten el 80% en acciones de su país, a pesar de que sólo representan una porción del mercado mundial.

Esta discrepancia, que no tiene ninguna razón financiera válida, se llama sesgo de hogar. Está inducido, en particular, por el aspecto tranquilizador de la proximidad y el mejor conocimiento de las empresas locales. Esto da una ilusión de control. Sin embargo, una cartera compuesta exclusivamente por valores de una sola zona geográfica expone a ésta al riesgo geopolítico, macroeconómico, político, fiscal o incluso climático de esa zona.

Por el contrario, una buena cartera de inversiones debe estar muy diversificada. 

Sesgo retrospectivo

Este adagio explica el sesgo retrospectivo, que consiste en sobrestimar nuestra capacidad para explicar los acontecimientos pasados. Refleja nuestro exceso de confianza a la hora de establecer vínculos causales entre dos acontecimientos. Es una negación del azar, un rechazo a creer en la aleatoriedad.

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Pensar que uno puede explicar los hechos es más tranquilizador que aceptar que se deban al azar. Sin embargo, como ha demostrado el estadístico Nassim Taleb, son los acontecimientos que él llama “cisnes negros” los que tienen las consecuencias más importantes en los mercados financieros. Los cisnes negros tienen dos características:

  • su imprevisibilidad;
  • su baja probabilidad de ocurrencia.

Consecuencias

El sesgo retrospectivo tiene consecuencias negativas: nos da confianza. Al creer que conocemos las razones de un acontecimiento, pensamos que podemos predecir sucesos futuros. Algunas personas creen saber cuándo se producirá la próxima crisis o la próxima caída de la bolsa.

Cada uno hace sus propias predicciones. Sin embargo, Eugène Fama ha demostrado en su obra que es imposible predecir la evolución de los mercados financieros, por lo que muchas de estas predicciones resultan ser erróneas.

¿Cómo se puede evitar tomar decisiones de inversión sesgadas?

Acumular ahorros de precaución

Es importante invertir el dinero que no necesitas a diario. Si confía en rendimientos hipotéticos para ahorrar a corto plazo, le resultará casi imposible tomar decisiones racionales ante una emergencia económica. Se sentirá mucho mejor ante los cambios en sus inversiones si asume que su dinero está “bloqueado” a largo plazo.

Para evitar tener que vender valores en caso de necesidad y enfrentarse a una situación de emergencia, es imprescindible constituir una reserva de ahorros equivalente a unos dos meses de sueldo. Es probable que utilices estos ahorros en el año en curso, por ejemplo, para irte de vacaciones.

Para estos ahorros a muy corto plazo, opte por una inversión sin riesgo y de gran liquidez. Esto debería permitirle hacer frente a los imprevistos sin interferir con sus objetivos de inversión a largo plazo.

Defina sus objetivos de inversión

Nadie puede predecir con fiabilidad la evolución futura de los mercados financieros. Pero sí sabes por qué estás invirtiendo. Esto debería permitirle medir una asunción de riesgos adecuada, establecer una estrategia y atenerse a ella. 

Por lo tanto, a la hora de invertir, debe definir el objetivo y el horizonte temporal que desea alcanzar con su inversión. La definición de su horizonte de inversión puede hacerse en función de su situación personal, en particular su edad y su base patrimonial.

No vigile la evolución de sus inversiones

Si se fija un objetivo de 10 años, la rentabilidad y el rendimiento de su inversión sólo deberían evaluarse al final de este periodo. Cuestionar tu estrategia a diario puede causar un estrés innecesario y llevar a tomar malas decisiones. 

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Tenga en cuenta que invertir implica riesgos a corto plazo y que son estos riesgos los que justifican su rentabilidad. Por extensión, es su capacidad para manejar el riesgo y la emoción lo que le permite maximizar sus rendimientos.

En esta era de actualizaciones financieras instantáneas, y en una época en la que nos ahogamos en un flujo constante de información, es posible que quiera hacer un seguimiento de sus inversiones con regularidad.  Así que el mejor consejo que podemos darle es que revise sus cuentas sólo con mucha frecuencia, una vez al año, por ejemplo.

En los momentos de declive, mantén la cabeza despejada y no entres en pánico

Los sesgos cognitivos y emocionales son más fuertes cuanto más crítica es la situación. Los periodos de fuertes descensos son, por supuesto, los más gravosos desde el punto de vista psicológico. La pérdida de valor latente que ves puede desanimarte. Y las noticias negativas asociadas a estos periodos pueden mermar su ánimo.

No caigas en el sesgo de recencia. Es en momentos como éste cuando hay que dar un paso atrás y observar los hechos a largo plazo:

  • Los periodos de declive son recurrentes;
  • duran mucho menos que los periodos ascendentes;
  • van seguidos de periodos de recuperación en los que se observan los mejores días del mercado.

Por lo tanto, lo mejor que se puede hacer durante una recesión es no hacer nada.  

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